Luces del infierno

Estamos ardiendo 
y sentimos el maldito placer del éxtasis 
que eso genera en nuestras venas. 
-que es lo paradójico-
Tan viciados de todo 
lo que tenemos en nuestro alrededor 
que solo buscamos lo que no está. 
Habrá, siempre, 
en el infinito 
algo que alimente nuestras obsesiones 
y despedace nuestras almas. 
Es tan oscuro ese lugar 
que ni siquiera tratas de descubrirlo, 
sólo te acercas, de a pasos, con miedo... 
¡Bam! 
Se cae una puerta, 
la ropa que te viste 
y los lentes que usas 
para esconderte de la nada misma. 
¿Nunca notaras que tu vida es muerte? 
¿Qué todo por lo que una vez soñaste 
se desmorona desde el día que pasaste por ese muro?
-otra paradoja- 
Pequeños monstruos 
en un mundo reinado por delicados y temerosos, 
ambiciosos y arrogantes. 
Siento que quemo en el infierno.
(pero no es más que el asfalto caliente de la ciudad)



*Se recomienda leer: Querido y remoto muchacho de Ernesto Sábato. 

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