Se quiebra y se convierte
en mil pedacitos
de tinta y papel
que explotan.
Lo ve pasar sigiloso,
desnudo, en busca de un cigarro
que acompañe la despedida,
se vuelve a armar, se viste y se va.
¿De qué futuro hablaban?
si sabían que eran ellos mismos
quienes lo destruían.
¿Cuántos pasos darán
en el juego de extrañar?
Lluvia de hojas que flotan en la humedad.
-La llamamos tempestad- dijo.
Y su cuerpo se convierte en agua.
De llanto, río y mar.
Volviéndose a desarmar.
2 comentarios:
excelente
Gracias Diego!
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