Y a veces me acuerdo de las veces sentados en la ventana escribiendo el
cartón de los puchos y nuestros ojos rojos de madrugada tratando de pasar el
tiempo. Vos arriba mío, tratando de que salga algún verso para después
cantarlo... pero ninguno sabía ningún acorde y menos alguna rima.
Pasar el tiempo, eso hacíamos. El tiempo que ahora me fumo mientras me
como una papa cruda, con el vino en el piso y la resaca en la cara. Claro, sí
el vómito verbal en trance es mejor, además de que ya pasó el tiempo y todo
quedó muy atrás como las calles que pasamos.
Porque hice lo que quise y me equivoqué como vos me cantabas con tu voz
gastada de las 6 a.m en el banco afuera de mi casa. Porque me equivoqué
haciendo lo que quise y es lo que mejor me sale, siempre. En trance, como después
de la fiebre. Julio dice que así escribió uno de sus mejores cuentos. Tal vez él
se equivocó. Como vos, como yo. Y nuestros ojos rojos querían decir eso
Porque hice lo que me equivoqué y me equivoqué como quise, como ahora
que escribo en primera persona pero sin que sea personal, porque todo esto se
lo escuché decir a una señora a otra que se convidaban pan mientras iba a pagar
la cuota del gas. Y me quedé inmersa en esas palabras de la señora, acordándome
de... qué se yo. Quise escribir todo esto antes de que se me olvidara, porque
siempre olvido todo, me pasé de parada y se me venció el gas.
Ahora entiendo porque la papa nunca se cocinó.
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