que desaparecen tras los papeles
se acumulan en el mueble del comedor
una y otra vez perdidos
convirtiéndose en rostros confusos
hasta que desaparecen
en la espuma blanca.
Escribir supura
el tiempo
que no fue
y que no vendrá.
Hasta que encuentre
la manera de seguir
el miedo será, siempre,
el sueño del cual
no puede despertar.
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